El pecho rajado, la marca de sus uñas clavadas, soy un sin corazón desde que ella se lo llevo de mi lado, mirando al suelo, solo me acompaña mi sombra y una botella cada vez más vacía, un alma cada vez mas sombría, esta oscuridad no la alumbra ni la luz del día, al final solo nos recuerdan las aceras, cuantas cosas han sucedido sobre ellas, cuantos besos, cuantos polvos, cuantas promesas y sueños rotos, prefiero no mirar atrás y escribir hacia adelante, porqué de pie solo siguen los valientes, o sino mira la luna, está sola y no llora, o a lo mejor es que por mucho que grite nadie la escucha, a lo mejor es que se ahoga en silencio, el dolor le devora, va perdiendo brillo, pero aun así sigue alumbrando, sigue clavándose en mi mirada, yo embobado como un lobo, escribiendo sobre este dolor lo domo, a este árbol de navidad le falta la estrella, pero que más da, solo es un adorno de tantos, sigue más verde que nunca, porqué el dolor caduca y el tiempo educa, vivo en mi ciudad de papel, donde convierto todo es poesía, puedes dar un paseo entre mis letras pero no la hagas arder, he vistos labios firmando la paz en puentes, y en poco tiempo esos mismos besos precipitándose al vacío en forma de lágrimas, vaya enamorados los de hoy en día, lo tiran todo a la basura cuando les entra la fatiga, hagamos un baile de almas, practiquemos la versoterapia, antes de besarte voy preparando la soga, tarde o temprano será tu recuerdo quién me ahoga, quiéreme con estos pelos de loco, de bueno tengo poco, déjame escribir con mis yemas sobre tu coño, que salga de ahí las lágrimas y no de tus ojos, mi espalda tu folio, donde escribes a base de arañazos versos imborrables mientras me corro, al final siempre vuelvo a lo mismo, a la misma habitación oscura, donde las paredes soportan tantos recuerdos, en la misma silla, con la misma pluma, escribiendo en el mismo cuaderno, mientras le doy un trago a la misma botella, que alivia, pero no cura, porqué a mi nada me salva, en mi baraja solo hay reinas sin corazones, y es que hay miradas de enamorados, que se pierden con tan solo un giro de cabeza, por eso hay que aprender a mantener la mirada…
«Cuando se apague la luna, se apagará el poeta.»